viernes, 27 de febrero de 2009

¿De dónde salen las piñas?

Ayer, mientras colgaba el post sobre cómo pelar y preparar una piña al estilo chino, me acordaba, con una sonrisa, de cómo descubrí yo de dónde salen y cómo crecen estas frutas tropicales.

Este curioso descubrimiento ocurrió mientras estaba de viaje por Yunnan, una provincia del sur de China, fronteriza con la antigua Birmania, Laos y Vietnam.

Fántástico sitio, Yunan es una tierra de contrastes en sí misma, y es más, de extremos contrastes con el resto del país. Alberga la única selva tropical de China y se la llama reino de la flora y fauna por la cantidad de especies que habitan en sus tierras. También es hogar de la mayor concentración de minorías étnicas del país. Recordemos que china cuenta con 56 etnias, y de estas, 13 se pueden encontrar en esta provincia sureña.

El caso es que volvíamos de una excursión por la aldea Dai con nuestro conductor. Hay que explicar que este conductor al que me refiero era el taxista que nos recogió del aeropuerto y nos llevó al hotel la primera noche, y al que desde entonces contratamos como guía, traductor y conductor. 3 en 1, como el pegamento.

Pues volvíamos de visitar esta aldea dónde vive la minoría étnica Dai, cuando nuestro querido conductor nos iba enseñando todos los árboles frutales a los lados de la carretera: mangos, plátanos, árboles de lichis, durianes del tamaño de un balón e fútbol… todas las frutas tropicales que os podáis imaginas, allí estaban.

De repente, nos comunicamos con el en chino, y para nuestra sorpresa bastante bien, nos pregunta si nos gustan las piñas.

- ¡Si claro, a mi me encantan!
- Pues ahora un poco más adelante paramos a comprar, porque hay gente a los lados de la carretera vendiéndolas, y son muy buenas.
- Perfecto- le contestamos sin dudar, porque hasta entonces nos había ido bastante bien haciéndole caso.

Efectivamente 5 minutos después empezaron a aparecer gente a los lados de la carretera, parados con sus carros vendiendo fruta variada. Él hizo la parada al lado de una señora con un diente dorado, que no se si eligió al azar o es que ya la conocía de antemano.

Nos bajamos de coche, y mientras decidíamos cuantas piñas queríamos y cuáles exactamente, nuestro conductor va y nos dice.

- Mirad, el campo de piñas.

Le hice que me lo repitiera una par de veces para asegurarme que estaba entendiendo lo que decía en chino.

- Sí, sí, el huerto. De donde las coge la señora.

Y yo buscaba pero no veáis, y no veía, porque lo que buscaba y esperaba encontrar no existe.

En mi ignorancia de urbanita europea, yo creía que las piñas, como los plátanos, crecían de las palmeras, y así cuando nuestro querido conductor nos señalaba el campo de piñas, yo buscaba sin duda un palmeral, sin percatarme del extenso campo de cactus que se abría ante mis ojos.

¡Y es que resulta que las piñas crecen de un cactus! ¡Y además están pegadas al suelo! ¡Y además sólo sale una piña por cactus!

Bueno, no es exactamente un cactus, las hojas de la planta se parecen a la Aloe Vera, pero para ser exactos, la planta del Ananás, según la wikipedia, es una planta de la familia de las bromeliáceas. Es una hierba perenne.

Sintiéndome la criatura más paleta del universo, me acerqué a campo (elevado como a dos metros del suelo) e intenté rodearlo buscando un lugar un poco más bajo, más cercano a mí, donde poder hacer unas cuantas fotos. Desgraciadamente ese mismo día se borraron todas mis fotos, pero puede que recupere alguna de mis compañeros de viaje.

Mientras tanto, nuestro conductor y la señora del carromato nos preparaban las piñas para que nos las pudiéramos comer.

No recuerdo lo que nos costaron las dos piñas que compramos, pero fueron tan baratas que creo que es la vergüenza lo que me impide recordar.

El caso es que le dijimos al conductor que se esperara que nos comíamos las piñas allí mismo para no mancharle el coche, porque aquellos manjares chorreaban almíbar cual manantial dulce y claro. Él muy sonriente nos dijo que no importaba, que nos las podíamos comer por el camino.

Así que de vuelta a la ciudad por senderos pedregosos fuimos degustando aquella piña, que sin intención de despreciar las de mi amiga la frutera, fue la mejor piña que me he comido en mi vida. ¡Y ahora sabía de dónde había salido!




Días después, en un jardín botánico en la capital, Kunming, pude ver como los dueños de un puesto de refrigerios en medio del parque también cultivaban sus propias piñas… ¡pero en macetas! Y esta foto si que la tengo.




Así que gracias a esto, días después de un maravilloso viaje por parajes exuberantes, comidas exóticas, pagodas, templos y otras construcciones de apariencia más Tailandesa o Birmana que china, y gente multirracial imbuida en su vida tribal y sus coloridos vestidos, me volví a Pekín un poco, digamos no más sabia, pero menos ignorante, y con una historia que poder contar: la historia de cómo descubrí de dónde salen las piñas.

La verdad es que en ese viaje aprendí muchas otras cosas… pero esa es otra historia.

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