martes, 10 de febrero de 2009

La traca final

Ayer se celebraba en China el Festival de los Farolillos que clausura las celebraciones del año nuevo con la primera luna llena del primer mes.

Lo verdaderamente típico de esta festividad consiste en se elaboran farolillos de papel en los que se pintan pájaros, animales o flores y se pasean a la luz de la luna nueva. Además se prepara y saborea un dulce típico de este día, los Yuan Xiao, que son pequeñas bolas hechas de harina de arroz glutinoso, cocidas y rellenas de una pasta dulce. Por eso también hay muchos que lo llaman Yuan Xiao Jie ( 元宵节, la fiesta de los Yuan Xiao).




Pero los pekineses son más de petardos que de farolillos, así que este día también constituye el último en el que se utilizan todos remanentes de fuegos artificiales, en una traca final.

Tras dos ruidosas semanas soportando explosiones, cuando ya parecía que se estaban calmando los ánimos, llega la luna llena, y supongo que bajo su influjo y para despedir las fiestas, los ciudadanos se lanzaron ayer a la calle de nuevo a quemar los últimos cartuchos de la temporada y el estruendo volvió a llenar la ciudad.

Pero tuvimos un mal fin de fiesta. Ayer a eso de las 9 de la noche estaba en San Li Tun, una de las céntricas zonas de bares de la ciudad, y al salir de un restaurante, vi dos coches de bomberos que se abrían paso con sus sirenas y sus destellantes luces por entre el tráfico que llenaba a esa hora las calles de los alrededores.

“A alguien se le ha ido de las manos algún petardo”, pensé. Cual es mi sorpresa cuando esta mañana me despierto con la noticia de que efectivamente unos petardos se habían descontrolado, pero tanto como para prender fuego a uno de los nuevos iconos arquitectónicos de la modernidad de la capital china.

Resulta, que el propietario del edificio, el que iba a ser uno de los hoteles más lujosos de Pekín, desoyendo las prohibiciones de las autoridades de encender petardos en los sitios en construcción, quiso poner en escena un espectáculo pirotécnico, por lo visto con material bastante más potente del que está permitido comprar al público, y provocó un fuego que tardó en ser sofocado más de 5 horas, y acabó con la muerte por asfixia de uno de los bomberos.

El edificio en sí, se encuentra cerca del centro financiero de la ciudad, al noreste de Guo Mao, y forma parte del nuevo complejo de la televisión nacional, la CCTV. Las llamas se cebaron con el hotel, situado a pocos metros del reconocido edificio con forma de pantalones que será la sede de la CCTV.

El hotel Mandarín desprendía llamas de más de 10 metros a partir de las 20.30, hora local. Al parecer el incendio comenzó cuando algunas bengalas aterrizaron en la azotea del edificio. Podéis ver el vídeo del fuego aquí.




Y esta es la imagen de esta mañana cuando las llamas ya habían sido extintas.




El hotel de 159 metros de alto, (a la derecha en la foto) no había sido inaugurado todavía, y parece que el siniestro no ha afectado al emblemático nuevo edificio de la CCTV, cuya estructura permanece intacta, aunque si presenta algunas paredes de la fachada ennegrecidas.

La verdad no me extraña nada que esto haya ocurrido, después de haber presenciado durante dos semanas peligrosas situaciones debidas al mal uso de los petardos.

Así se veía ayer una calle de un barrio pekinés.





Y como podéis ver en el vídeo a continuación, aunque se ve un poco oscura, la situación es peligrosa la mires por dónde la mires: los señores colocando los proyectiles en medio de la calzada, los coches pasando a escasos metros sin reparos, las motos haciéndose paso sin problemas, y los peatones paseando por en medio como si la pólvora no entrañara ningún peligro.






Los petardos han estado prohibidos durante 12 años en el centro de la capital, precisamente por la alta peligrosidad de los mismos. Este año por ejemplo han sido 481 los casos de heridos registrados.

Después de este incidente, que desde luego ha tenido que ser un duro palo para la herramienta informativa del gobierno que ha visto arruinada su ni tan siquiera recién estrenada sede, seguro que el año que viene son más estrictos con las regulaciones y con el uso controlado de estos artefactos.

Mientras tanto, por fín, en Pekín sólo queda silencio.

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