El autor Joan Tello, plasma sus vivencias en China durante sus dos años de estancia en el país. Resultan ser justo los dos años anteriores a mi llegada, lo que me está dando algo de perspectiva sobre como estaba la ciudad poco antes de que yo la conociera. Él, por ejemplo, habla de como presenció el comienzo de todas las construcciones (con vistas a los JJ.OO.) que yo por mi parte vi terminar.
El caso es que hoy he leído algo que me ha sorprendido. Tello habla fugazmente sobre la aparición de los palillos, utensilio chino dónde los haya. Su libro “El país del medio” cuenta la historia así:
“En China se come con palillos, los 筷子 kuaizi. El invento es atribuido a los ¨hombres de cultura¨. En la antigüedad, las comidas que tenían lugar en la corte terminaban frecuentemente con peleas y carnicerías. Para evitar la sangría de asesinatos, los letrados de palacio prohibieron la presencia de utensilios punzantes y cortantes en la sala del comedor. Ordenaron a los cocineros que sirvieran las comidas debidamente troceadas e idearon pequeños palos de bambú como utensilios benignos para coger las porciones de comida. A partir de entonces, los guerreros y los reyes se sentaron en la mesa desprovistos de herramientas que pudieran ser usadas como armas mortales.”
Me ha sorprendido esta historia, digo, porque nunca había oído nada relativo a este supuesto comienzo histórico del uso de los palillos.
No dudo de sus fuentes, pero mi búsqueda no ha revelado nada parecido a lo que él cuenta.
La creencia más común y extendida es que los palillos aparecieron en China hace alrededor de 5000 años. Antes de esa fecha, la comida se retiraba de grandes ollas en el fuego pinchados en largos palos cortados de los árboles. A lo largo del tiempo, la población fue creciendo y los recursos de combustible se hicieron escasos. Esto hizo que poco a poco se impusiera una forma más rápida de hacer la comida que requiriera menos madera, para lo cual la comida se cortaba en trozos pequeños para cocinarse antes. El alimento se podía comer directamente de la olla, eliminando la necesidad de cuchillos, y las ramas se convirtieron gradualmente en palillos.
Según diversas fuentes, as enseñanzas de Confucio contribuyeron a fomentar el uso de los palillos en la mesa. El filósofo dijo, literalmente: "el hombre honorable y correcto se mantiene alejado del matadero y de la cocina. Y no permite el uso de cuchillos en su mesa". A causa de la popularidad de Confucio, que por cierto era vegetariano, este dicho erradicó la costumbre occidental de usar cuchillos en la mesa.
Tiempo después, alrededor del siglo VI DC, el uso de palillos se expandió a otros países asiáticos como Corea, Vietnam y Japón.
Cierto es que la costumbre está completamente arraigada en la cultura asiática y que, a día de hoy, todos los chinos siguen utilizando palillos para todas sus comidas y en la inmensa mayoría de los restaurantes. Pero al poco de mi llegada a Pekín me ocurrió una cosa bastante curiosa.
Haría aproximadamente un mes que vivía en la capital China y estaba con mi novio cenando en un restaurante cercano a mi casa que frecuentábamos muy a menudo. Yo siempre he podido comer con palillos y es de hecho una práctica que me agrada.
Pero por supuesto no es lo mismo usarlos una vez al mes en el restaurante chino de tu barrio, que aterrizar en Pekín y tener que apañarte con ellos tres veces al día y para cualquier tipo de comida, desde las verduras o pequeños trozos de carne fácilmente agarrables, hasta los no tan fácilmente prensibles y escurridizos trozos de, por ejemplo, patatas en salsa.
El pescado es otro tema, la mayoría de las veces lo presentan entero, y hay que desmenuzarlo con los propios palillos (por supuesto peleándote con las espinas). Pero los chinos tienen una táctica que yo no he conseguido dominar (sobretodo por que no soy gran fan del pescado, y menos cuando te lo sacan de una pecera vivo, te lo enseñan y luego lo traen cocinado pocos minutos después). La técnica es la siguiente: arrancan con pericia un trozo del pez, con raspa incluida, van comiéndose los trozos de los lados y luego van escupiendo, cual cáscaras de pipas, las espinas que se han encontrado directamente a la mesa.
El caso es que estábamos en este restaurante peleándonos con nuestra cena para que no se escurriera en el trayecto del plato común hasta nuestra boca, cuando de repente (hay que decir que era bastante tarde, a eso de las 10.30) salen todos los cocineros del restaurante y se disponen a cenar en una gran mesa redonda a nuestro lado. Estupefactos asistimos a una cena íntegra de chinos, unos 8 o 9, en la que 7 de ellos están tan tranquilamente comiéndose su arroz… ¡con un tenedor!
¡Eso no vale! Me dieron ganas de decirles, yo estoy aquí intentando participar de vuestra cultura y vuestras costumbres, no siempre fáciles de asumir, y vosotros llegáis y escogéis el camino fácil.
Aún así, ese curioso episodio no me desanimó y ahora soy capaz de coger cualquier cosa con los palillos, dejando el menor rastro de comida en la mesa tras de mi.
Los restaurantes normalmente tienen dos tipos de palillos, los gratuitos que son de madera o plástico, y que se lavan y reutilizan; y los desechables precintados por un paquetito, y que vienen unidos por su parte superior que hay que separar antes de su uso, lo que te da la seguridad de que tú eres el primero en usar ese par.

En mi periodo de documentación previo a mi viaje, leí que los palillos de madera reutilizables de los restaurantes eran uno de los mayores focos de transmisión de Hepatitis ya que a veces no se lavaban adecuadamente y la madera era un caldo de cultivo perfecto para los virus.
Aunque vacunada, según llegué lo primero que hice fue comprar un set de palillos de plástico que siempre llevaba en el bolso, pero que por ser rígidos y por carecer de funda eran algo incómodos de transportar. Pasado el tiempo, y tras conocer los desechables, empecé a olvidarme de mis palillos de plástico y a usar los de los propios restaurante, liberándome de esa carga.
Pero reflexionando me di cuenta de lo poco ecológico que es tirar a la basura tres pares de palillos de bambú al día, y su correspondiente paquetito de plástico, lo que empeora si multiplicas esa cifra por 1.300 millones de habitantes que hacen lo propio. Así que encontré unos palillos desmontables, que además de útiles son muy bonitos, y que desde entonces me acompañan allá donde voy.


Creo que en el fondo comer con palillos es incluso mejor para la salud, y esto es una creencia personal, porque creo que al comer trozos pequeños y bastante más despacio que con el tenedor, eso tiene que ayudar a una mejor digestión.
Sea como fuere, yo disfruto de esta costumbre que además se cree que mejora la movilidad de los dedos y te predispone a una mejor postura para la escritura de caracteres chinos.
¡Todo sea por la inmersión cultural!
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