miércoles, 11 de febrero de 2009

Otra de Derechos Humanos

China, por primera vez en su historia ha participado del Examen Periódico Universal (EPU), un mecanismo de Naciones Unidas para la evaluación de los derechos humanos de los países miembros.


Muchos han reconocido lo positivo del hecho de que China se haya prestado a esta evaluación, pero en una cantinela que suena a lo de siempre, China se negó a admitir los problemas sobre derechos humanos a los que se enfrenta su país, y se centró en autoalabar sus progresos en reducir la pobreza dentro de sus fronteras, negándose a tener en cuenta las críticas de algunos países, tachándolos de intentar politizar los asuntos internos de China.


En mi afán por exponer en lenguaje claro y accesible la verborrea diplomática, traduciré esto como “No aceptamos ningún tipo de crítica política si es que queréis hacer negocios, en caso contrario, el que se lo pueda permitir que no trate con nosotros.”


¿Y en estos momentos quien se lo puede permitir? Nadie. Así que los líderes internacionales siguen pretendiendo que sus ciudadanos vean que están muy en contra de las prácticas anti derechos humanos que se llevan a cabo en China, pero a la vez siguen sin confrontar y presionar al país asiático para que las cambie.


Está muy bien reconocerle los avances en materia de salud, de educación, de medioambiente o de reducción de la pobreza. Pero en mi opinión, saber encajar las críticas y trabajar en las soluciones es el mejor camino para el progreso. La arrogancia y las amenazas no tanto. ¿Amenazas? Estarán pensando algunos. Si, amenazas, porque sino de que otra manera podría definirse las ya conocidas “Si me criticas no trato contigo” o “Si recibes al Dalai Lama cancelo mi reunión con la Unión Europea”.


En fín, como siempre, China está haciendo muchas cosas bien, y otras muchas no tanto. En esta última reunión, según AFP “numerosos países criticaron la práctica muy extendida de la pena de muerte sobre la que se dispone de muy poca información, los programas de reeducación por el trabajo, los arrestos arbitrarios, la falta de libertad de los medios de comunicación o los problemas en materia de derechos de las minorías, incluida la tibetana.” Y los Uyghures de Xinjiang, añadiría yo, porque no todo son los tibetanos.


Si me preguntáis a mi, China no será un país desarrollado, un país maduro, y digno de reconocimiento internacional, hasta que, no digo se ponga al día en materia de derechos humanos, pero sí al menos reconozca y nombre exactamente los problemas que se le reprochan en ese tema, y asuma que es momento de empezar a trabajar para acabar con las injusticias.


Mantener el status quo de censura y represión por un lado y avanzar en materia económica y aparentemente social por el otro acabará resultando insostenible. O al menos eso es lo que muchos esperamos.



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