miércoles, 19 de noviembre de 2008

La ley es lo primero

Un policía chino, ha decidido no hacer caso a aquello de la familia es lo primero, sobretodo cuando la suya propia no deja de violar la ley.

Laobu Laluo tiene más de 30 años, pertenece a la minoría étnica china de los Yi, y es jefe de policía en Heizhugou, un pueblo en la céntrica provincia de Sichuan. En su más de una década de servicio ha detenido nada más y nada menos que a 48 de sus familiares y amigos, la mayoría parientes de su mujer.

Y es que conocida la trayectoria de corrupción de las autoridades locales de la China profunda, no es extraño pensar que los allegados al oficial, creyeran que por tener un buen guanxi de este tipo a la cabeza del cuerpo, podrían campar a sus anchas por el pueblo y extorsionar un poquito aquí, y otro poquito allá, saliendo impunes del crimen. Pero con Laobu Laluo no.

Las faltas de sus familiares detenidos van desde asalto, hasta robo o chantaje. De los 48 arrestados, 25 han sido encarcelados, sentenciados a reeducación a través del trabajo o penalizados de alguna manera.

Pero el se defiende así en sus declaraciones al Diario económico de Chengdu: “Soy una persona que se preocupa por las relaciones y que aprecia a los parientes y amigos, pero cuando existe un conflicto entre la ley y los amigos y familiares, siempre elegiré la ley y la justicia”

Además asegura que “Como oficial de policía, si no puedes controlar a tus propios parientes, no tienes derecho de intentar controlar a los demás”

Pero para Laobu, no siempre ha sido fácil hacer lo correcto. Así cuenta su historia Tania Branigan, la corresponsal del británico The Guardian en China:

Los problemas comenzaron en el año 2000 cuando Laobu se enteró de que su hermano y dos primos le habían propinado una paliza a varios profesores de la escuela primaria mientras estaban borrachos. A pesar de las lágrimas de su madre y los ruegos de sus tíos, arrestó personalmente a los tres. Su hermano Laqu fue sentenciado a 18 meses de prisión, uno de sus primos a 3 años y el otro a 6 meses.

Otro de sus primos fue enviado a reeducación mediante el trabajo, después de extorsionar a un motorista, pidiéndole 5.000 Yuanes, (unos 580 euros) como indemnización por un atropello que nunca ocurrió.

Y no todos se lo tomaron bien. Muchos de los imputados, familiares de su mujer, le acusaban de hacerles perder la cara y profirieron amenazas contra él y sus padres llegando incluso a arremeter contra el ganado de la familia, cortándoles la cola y partiéndoles las patas a las reses.

Pero Laobu no se deja intimidar por la presión.
“Los primeros años no me atrevía a volver a casa por año nuevo, Pero ahora ya está bien, todo el mundo me entiende y apoya lo que hago e hice en su momento”

Pero parece que sus conocidos no aprenden. Este mismo año, Laobu ha descubierto que su prima Labulida está implicada en el robo del bolso de una señora en un autobús. “Simplemente siguen infringiendo la ley” sentencia Laobu. Pero él seguirá haciendo su trabajo.
Y es que, seguro que a muchos chinos les gustaría ver a este tipo de policía llenando sus calles, aunque la mayoría piensen que tal vez este señor se pase de honrado.

Pero dónde otros se hubieran montado su pequeño feudo haciendo y deshaciendo a su antojo, Laobu Laluo no ha sucumbido al dulce néctar del poder y trabaja siendo fiel a sus principios. No muchos en su posición pueden decir lo mismo en este país.

Y es que para todos es reconfortante ver que sigue habiendo estandartes de la moralidad y la ética profesional en China. Al menos uno.

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