jueves, 20 de noviembre de 2008

Cuando las cosas se ponen feas

Hace 30 años, el presidente chino Deng Xiaoping dijo: “Hacerse rico es glorioso”.

Desde entonces la población se lanzó, guiada y ayudada por las reformas económicas de este dirigente aperturista, a la búsqueda de la riqueza personal, que han hecho de China el país pseudo-capitalista que conocemos hoy.

Pero precisamente hoy, casi tres décadas después, las cosas no pintan tan bien. La crisis financiera está dejando ver sus consecuencias en China y los ciudadanos del gigante asiático están viendo como sus vidas empeoran por momentos, con despidos masivos y cierres de fábricas que están preparando un caldo de cultivo para el tan temido descontento popular y sus consecuencias nefastas para el férreo control que le gusta mantener al régimen.

El partido comunista se ha mantenido en el poder, entre otras razones, gracias a la bonanza y el crecimiento que ha acompañado la historia moderna de China, y cuando a la gente le van bien las cosas, no se queja. Sin embargo ahora, ciudadanos descontentos han empezado a protestar. Y los chinos no protestan muy a menudo, pero cuando protestan, protestan de verdad.

El lunes comenzó una manifestación en la provincia noroccidental de Gansu, que el martes se había convertido en una revuelta de varios cientos de personas que se agolparon a las puertas de las oficinas gubernamentales en la ciudad de Wudu, saqueando los equipos y volcando y quemando coches policiales.

Los ciudadanos protestaban por la decisión de trasladar las oficinas del gobierno local a una población cercana, lo que ha traído preocupaciones a los habitantes del pueblo por miedo a realojos y a un futuro cada vez más incierto. De hecho hay informaciones que aseguran que sólo se habían congregado unos cuantos miles de personas hasta que la policía gaseó a los manifestantes, lo que enfureció a las masas.

Hay que tener en cuenta que Gansu ha sido una región muy castigada durante el año pasado, estuvo sitiada en Marzo por las protestas tibetanas que se extendieron desde la vecina Tibet; en Mayo los efectos del terremoto de Sichuan se dejaron notar en el área dejando a 1.8 millones de personas sin techo; y una huelga de taxis, que se está importando a varios puntos del país, ha hecho que 160 de los 280 taxis autorizados de una de las ciudades de la provincia se hayan parado, para protestar por los alrededor de 700 coches que ofrecen idénticos servicios pero de forma ilegal.

Y vuelta de nuevo a la presencia policial, porque con motivo de la revuelta y la quema de coches de Wudu, la ciudad tiene ahora toque de queda, las calles están patrulladas, las avenidas principales cortadas y algunos locales comerciales cerrados.

El gobierno está intentando contener las protestas como sea, y para empezar, ya ha prohibido a las empresas que hagan efectivos los despidos o recortes de plantilla sin tener previamente consentimiento oficial.

Si yo fuera Hu (el presidente actual), intentaría primero decir algo así como “Aguantar estoicamente la crisis es glorioso”…. A ver si cuela.

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