lunes, 30 de marzo de 2009

A Más Tecnología, Menos Paciencia

Recientemente he vivido un claro ejemplo de cómo Internet está cambiando nuestra vida:

Ayer estaba en mi casa, pasando debajo del nórdico un día de frío de lo que esperamos sean los últimos coletazos del invierno en Pekín, cuando decidí que no iba a salir de mi cálido refugio ni para cocinar, así que me propuse pedir algo de comida a domicilio.

En Pekín hay muchos restaurantes, tanto chinos como occidentales, que ofrecen este servicio y con el paso del tiempo he ido recolectando algunos menús para tenerlos como opción en este caso de apetencias.

Hay que tener en cuenta que la calefacción central, qué está controlada por el gobierno, se apagó en China el pasado 15 de Marzo
, y el frío era tan intenso en el mundo exterior, entendiendo como mundo exterior todo aquello que se encontraba fuera de mi crisálida, que con el ordenador siempre a mano me propuse buscar los menús digitales en Internet para evitar tener que bajar al piso de abajo a coger sus equivalentes en papel.

Y me di cuenta de algo tan malo como increíble: soy capaz de limitar mis opciones a lo que haya colgado en la red por una comodidad (en este caso la de no pasar frío). ¿Por qué moverme si esa misma información está, con un solo clic (bueno a veces dos) al alcance de mi mano?

Habrá quien diga que esto no tiene nada que ver con cómo las nuevas tecnologías están cambiando nuestras vidas, sino con el hecho de que simplemente soy una vaga, pero este detalle me hizo darme cuenta de que más allá de eso, esta es precisamente la evolución en curso del hombre como lo conocemos, al hombre del futuro completamente digitalizado que muestra, y parodia, la película de Wall-e.

Internet está revolucionando nuestras vidas, nuestra manera de pensar, de entender el mundo, de comunicarnos y relacionarnos, e incluso de entendernos y darnos a conocer a nosotros mismos.

En esta misma línea de pensamiento, recordaba también un vídeo (en inglés) que vi aquí en el que un humorista estadounidense, Louie CK, que por cierto ha estrenado una serie de TV que se llama Lucky Louie, hablaba sobre cómo el ser humano se adapta a los nuevos avances tecnológicos de manera vertiginosa.

En una entrevista en un late night Louie sentencia lo siguiente:

Todo es increible ahora mismo, pero nadie es feliz. A lo largo de mi vida los cambios en el mundo han sido increibles... (a lo que el presentador le pregunta si cree que en el siglo XXI damos la tecnología por supuesta) Vivimos en un mundo increíble, y se está malgastando con la peor generación de idiotas mimados a los que no le importa nada. Están ahí con sus teléfonos móviles diciendo... ¨ahhh no funcio...¨.... ¡Dale un segundo! ¡Está yendo al espacio! ¡Dale un segundo para que vuelva!

El otro día estaba en un avión que estaba equipado con internet de gran velocidad... esto es lo más nuevo que yo conozco que existe... Nos dijeron adelante, abran sus portátiles, pueden návegar... es rápido.. estoy viendo youtube... sentado en un avión.... y de repente se cuelga, deja de funcionar... las azafatas piden disculpas por las molestias, y el tipo que tengo al lado salta ¨¡Pffff.. vaya mierda!¨... ¡¿como de rápido el mundo le debe algo por algo que sólo sabe que existía hace 10 segundos?!.

Y es completamente cierto que estamos tan acostumbrados a que las cosas sean automáticas e instantáneas que perdemos la paciencia con suma rapidez. Es más si algo no tiene esa cualidad de inmediatez, perdemos el interés al instante. Damos por hecho que todo tiene que ser fácil y al momento. Y es más nos hemos vuelto una especie extremadamente cómoda a la que le parece que nada que supongo esfuerzo merece ya la pena.

La verdad, me he quedado preocupada.

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