sábado, 14 de junio de 2008

Supersticiones y Fuwa


Ya he hecho referencia con anterioridad a lo supersticioso que es el pueblo chino. En su arraigada cultura abundan las tradiciones y las supersticiones de innumerables tipos. Aun que todas llamativas, algunas nos sorprenden más que otras a los extranjeros, que si bien conocemos las manías de nuestros propios mundos, como los viernes o martes 13, derramar la sal, pasar por debajo de una escalera o romper un espejo, siempre las de fuera nos parecen más extravagantes. Dejadme que os resuma algunas de estas manías de este país del otro lado del globo.


En Pekín, hay edificios que no tienen piso 4, ni 14, ni 44 porque el número cuatro en chino, que se pronuncia SI, es homónimo a la palabra muerte, SI, pero con otro de los 4 tonos de este idioma tan bonito pero a la vez tan complicado.


No se deben clavar los palillos verticalmente en un bol de arroz, porque se asemeja al incienso que se clava y prende para los muertos.


En una mesa, el pitorro de la tetera no debe apuntar a ninguno de los comensales, porque eso significa que se le desea la muerte.


El precio de las tarjetas SIM para los teléfonos móviles no son todos iguales, dependen de los números que los compongan: cuantos más 6 y 8 tenga la tarjeta será más cara, por que estos se consideran de buena suerte. Lo mismo ocurre con las matrículas de los coches.


Como sabéis el horóscopo chino se compone de 12 animales, que van correspondiendo cíclicamente con el año en curso, el año pasado fue el del cerdo, este el de la rata, y el año que viene será el del perro, pues bien, cuando empieza un año que corresponde con el animal del año de tu nacimiento, es decir uno cada doce años, debes colocarte el primer día del año chino (esta fecha es variable ya que se rige por el calendario lunar) un cordón rojo en algún lugar del cuerpo (la cintura, la muñeca, el cuello o el tobillo) y no quitártelo hasta el último día de ese mismo año para no ahuyentar la mala suerte, otra variación de esta misma creencia pasa por llevar ropa interior roja durante todo el año.


Las mujeres que se quieren quedar embarazadas también deben llevar un cordón rojo unos abalorios especiales (como antiguas monedas) colgando, atado a la cintura para ser más fértiles.


Siguiendo con los colores, es precisamente el rojo el color más auspicioso, por ello en las bodas tradicionales los Qipao (el vestido tradicional) de la novia debe ser rojo, y el novio llevará un fajín del mismo color. También tiene que ver con la fertilidad, como ya he comentado, y por ello las mujeres que acaban de ser madres, regalarán un huevo cocido teñido de rojo a sus amigas para traspasarles esa fertilidad y buena fortuna.


Sin embargo el blanco es color fúnebre del que viste la familia cercana al muerto en los entierros, por ello no deben regalarse flores blancas a los enfermos, y las chinas no lucen accesorios de pelo blancos, ya que significan que alguno de sus padres o abuelos acaba de fallecer, y si no fuera así se considera que atrae a la mala suerte y las desgracias de este tipo.


El verde solo tiene una mala acepción, y es cuando se lleva como color de gorro, y esto tiene su origen en uno de esos cuentos/leyenda del que hablaba el otro día: Un señor, siempre que se iba de viaje se llevaba su sombrero verde, por lo que su mujer, cuando no veía el sombrero en el perchero, sabía que su marido no volvería pronto y se dejaba a su infidelidad viéndose con su amante. Por ello, los gorros verdes se relacionan con los cornudos, y definitivamente, no es un buen regalo para un hombre.


Las mujeres chinas no celebran su 30 cumpleaños, se considera una fecha complicada para ellas, por lo que tampoco se las felicita. Así pasan dos años con 29 hasta que, ya sí, celebran los 31. De la misma manera los hombres no celebran los 40.


En sus 33 y 66 cumpleaños, especialmente las mujeres, deberán comprar un trozo de carne cruda y partirla 33 veces en la cocina. Si a los 66 no puedes hacerlo por ti misma, deberás pedirle a una de tus parientes más cercanas que lo haga por ti para así ahuyentar la mala suerte.


Podría seguir así tanto como para escribir un libro, pero solo quería ilustrar la noticia que últimamente circula por la red y que seguro resulta algo más comprensible después de estos pequeños ejemplos.


La noticia, tal y como os la dejo, la ha publicado EFE, y se han hecho eco de ella innumerables blogs y otros medios


La maldición de los Fuwa

EFE

El supersticioso pueblo chino ha encontrado relación entre su racha de desastres y problemas políticos y las mascotas oficiales de los Juegos de Pekín

PEKÍN.- Un pueblo tan supersticioso como el chino no podía permanecer pasivo ante la oleada de desastres que está viviendo el país asiático y que la población relaciona con lo que ya se conoce como “la maldición de los Fuwa”, las cinco mascotas olímpicas.


Beibei, un pez; Jingjing, un oso panda; Huanhuan, un fuego; Yingying, un antílope tibetano; y Nini, una golondrina, han sido relacionados con las catástrofes y revueltas que asolan a China.





Según esta creencia, el antílope Yingyin representa las revueltas tibetanas de marzo; Huanhuan, la antorcha olímpica, cuyo relevo internacional fue interrumpido una y otra vez por defensores del Tíbet; Jingjing, el panda, tiene su hábitat en Sichuán, devastada por el terremoto de este mes.


La relación de la golondrina Nini con el accidente de tren de Shandong en abril es bastante tangencial, pero los creyentes identifican la tradicional cometa pequinesa en forma de golondrina con la cuna de las cometas chinas, en Weifang, una ciudad de Shandong.


El pez Beibei es una incógnita para unos y para otros explica las potentes nevadas de enero, las peores en medio siglo, ya que el pez representa al sur del país, donde se concentra la producción y la zona que más sufrió las heladas.


“Aún faltan los desbordamientos del Yangtsé”, vaticinó una pequinesa afectada por la continua emisión de imágenes de muertos en la televisión.


Así, para los más agoreros, la maldición de Beibei se manifestará con una inundación de la cuenca del río Yangtsé, cuyos periódicos desbordamientos por las lluvias de verano dejan cada año cientos de muertos.


Sin embargo, para la optimista blogera Xiao Xiao, “los cinco retos que planteaban los Fuwa ya han sido superados. China se va a levantar”, asegura en su bitácora la improvisada pitonisa.


“Cuando el ser humano afronta algo que no puede controlar, acude a fuerzas sobrenaturales que, en definitiva, son el origen de cualquier religión”, declaró el catedrático de Sociología Xia Xueluan.


“Los chinos tienden a ver estas calamidades como una intervención divina, una tendencia acentuada por la ausencia de religión actual. Aunque ahora vivimos en una sociedad científica, la gente sigue sintiendo pánico ante las fuerzas de la naturaleza. Ésa es la base para divulgar religiones y supersticiones”, explica Xia.


Las supersticiones que intentan dar una explicación a la catástrofe no terminan en el olimpismo, sino que se extienden por creencias más arraigadas en China, como el budismo y la numerología.


Para algunos tibetanos, en el centro de la atención internacional por las revueltas de marzo, el terremoto de Sichuán, cuyo epicentro se localizó en un área de etnia tibetana, es un castigo para China después de haber llevado la antorcha olímpica hasta el Everest, un monte sagrado para los tibetanos.


Otros budistas (religión mayoritaria en la China aconfesional) consideran de muy mal agüero el hecho de que el sismo de Sichuán se produjera el día del cumpleaños de Buda, que se celebra en Asia el octavo día del cuarto mes del calendario lunar, que este año fue el 12 de mayo.


Los más aficionados a la numerología no dejan de hacer sonar sus ábacos con la teoría de que las tres fechas de las catástrofes más importantes (25/1 para las nevadas, 14/3 para la revuelta del Tíbet y 12/5 para el seísmo) suman “8”, el número de la buena suerte en China, escogido por ello para los Juegos de agosto.


La ceremonia inaugural dará comienzo a las 8 de la noche del 8 de agosto de este año 2008, una fecha escogida por los organizadores con la intención de propiciar una buena suerte que parece haberse tornado siniestra para el país, opinión que comparten tanto crédulos como escépticos.



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