lunes, 1 de septiembre de 2008

Compartiendo parques con los chinos

La verdad es que ayer me re-enamoré de la ciudad en la que vivo.


Después de tres días de lluvias, cielos grises y cubiertos, ayer Domingo, Pekín amaneció con un cielo azul, un sol radiante y nubes de algodón. El día perfecto para ir a descubrir uno de los tantos parques de la ciudad que todavía no conocemos.


Decidimos ir a ZiZhu Yuan, el parque del bambú morado, literalmente traducido, aunque en la puerta pone “Parque del Bambú negro”. Es algo que no tiene sentido en absoluto, porque el carácter en Chino es Zi (morado), que no tiene nada que ver con Hei (negro). Pero bueno, fuera de la semántica, en este parque se supone que puedes encontrar 10 tipos distintos de bambú. Y con esa intención (verlos todos) fuimos al parque. Por muchos tipos distintos que haya resulta que son indistinguibles por un ojo inexperto como el mío, así que otro día volveré con alguien que sepa y me explique.


Yo creí haber encontrado dos distintos.





Pero, mi gozo en un pozo, hay quien dice que el amarillo es solo la versión seca del primero.


El caso es que 10 tipos distintos de bambú, no vi. Pero si que vi muchas otras cosas.


La ciudad de Beijing tiene más de 160 parques. Los más grandes –El Templo del Cielo, Jingshan y Beihai entre otros- son visitados por más de 100 millones de turistas cada año.


Estas numerosas zonas verdes son una parte muy importante de la vida social de la capital y la gente se junta en sus jardines para pasar el día al aire libre.


Este en concreto, Zizhu Yuan, resulta ser uno de los 3 famosos parques designados para las protestas Olímpicas que nunca se llevaron a cabo, y de las que ya hemos hablado en otras ocasiones.


En este periodo entre Juegos (los paralímpicos empiezan el domingo que viene) la seguridad de la capital no ha disminuido, aunque hay que decir que cuando llegamos al parque ocurrieron dos cosas inesperadas: no tenemos que pagar entrada (la primera vez que entro a un parque pekinés sin pagar, aunque sea 2 RMB, 20 céntimos de euro aproximadamente) y el policía sentado en una mesita al lado de la puerta nos mira receloso, pero no nos hace abrir las mochilas para ver si llevamos alguna pancarta pro tibetana dentro. Curioso.


Pero una vez den el recinto nos hacemos una idea del control que hay en este parque, que no hay en otros, precisamente por ser este unos de los designados para las protestas fantasma: Por toda la zona hay parejas de voluntarios con gorra roja, pinganillo y polo identificativo de cuello azul (más los que estuvieran vestidos de civiles y en los que no nos fijamos) que cada vez que nos ven pasar por su lado (hay que decir que no vimos ningún otro extranjero en todo el día) nos siguen con la mirada sospechosa. Además nos pasamos el día saludando sonrientes a las cámaras dotadas con software de reconocimiento facial, para que el que estuviera mirando no viera en nuestra expresión un intento de protesta.





Pero como os digo, nada de protestas, nada de extranjeros. Eso sí, mucha vida social. Llegamos a un lago que nos cortó la respiración: plagado de nenúfares en flor de más de un metro de alto, típicas embarcaciones chinas paseaban por los caminos preparados entre el “mar de nenúfares”.


Os dejo el link al vídeo aquí y algunas fotos a continuación.












Además hay otros que duermen la siesta, y hay quien pinta con acuarelas.




Mientras, otros hacen corro al rededor de algunas esculturas para discutir como resolver la dificil jugada de ajedrez chino, expuesta en piedra.



En otra zona del parque se puede alquilar barquitas, tipo pedalo de playa, para navegar por el lago adyacente al de los nenúfares, o alquilar un equipo (si no te has traído el tuyo propio), para poder pescar, también por supuesto en las zonas predeterminadas para ello. Aquí todo tiene que estar predeterminado no vaya a ser que algún chino se desmadre.







Hay quien incluso se junta para cantar canciones populares, ópera China, o tocar sus instrumentos.


Os dejo el link al vídeo aquí.


En los grandes parques no se permite pisar la hierba, lo que a mi me parece un desperdicio, por que ¿ a que vas a un parque si no es a tumbarte en la hierba?, Aunque si que lo entiendo, por que si los 17 millones de habitantes que tiene la capital china, se dedican a arrancar flores y a pisotear las zonas verdes, se han quedado sin jardines en un abrir y cerrar de ojos. Pero nosotros tenemos mucha suerte teniendo tantos parques en medio de una urbe gigantesca como es Pekín, no solo por la cantidad, sino también por la calidad: los jardines son espectaculares, están muy cuidados (solo por esto ya merece la pena pagar la entrada, normalmente barata).


Además tenemos la ventaja de compenetrar nuestras preferencias con las del resto de las decenas, o los cientos, de chinos que pasean por los parques: ellos se retiran en la sombra, nosotros nos exponemos al sol. Lo que quiere decir que los mejores y más soleados espacios están siempre, y sin excepción, a nuestra entera disposición. Pero claro, luego hay que aguantar las curiosas miradas de chinas que pasean con sombrilla y manguitos para no estropear el efecto de las cremas blanqueantes que usan a diario, mirarnos asombradas como diciendo “¿Pero están locos?, ¡debajo del sol se van a poner morenos!”


Pero nosotros, impertérritos, seguimos disfrutando los pocos días de sol que nos quedan, tirados en las hierbas de los magníficos parques de la ciudad imperial, antes de que el aterrador frío del invierno pekinés llegue para helarnos los huesos.



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