miércoles, 17 de diciembre de 2008

Pijamas de Calle

Una de las cosas que más me llamó la atención cuando llegué a Pekín fue ver como muchas de las vecinas de mi barrio bajaban a la calle o iban a hacer la compra al supermercado ataviadas con sus estupendos (y a menudo infantiles) pijamas de cama.

Tiempo después te acostumbras y puedes llegar a entender los motivos.

Sobretodo después de la hora china de la cena, a eso de las 7 o 7 y media, es costumbre, o por lo menos lo era, porque las costumbres en Pekín, como en tantas otras grandes ciudades del mundo se van perdiendo poco a poco, digo tradicionalmente después de la cena los chinos se enfundan en sus ropas de noche y salen a dar un paseo. Dicen que es muy sano, y yo supongo que será por aquello de ayudar a la digestión antes de meterse en la cama.

El caso es que a mi eso de salir a la calle a pasear con la misma ropa con la que te metes en la cama siempre me ha parecido algo antihigiénico, por los humos de los coches y demás, pero no quiero menospreciar una tradición semejante.

De hecho, muy cerca de mi casa hay un hospital, y a los enfermos a veces les dejan salir a pasear por los alrededores, y les ves dando vueltas por el barrio con sus pijamas de hospital sin ningún tipo de pudor. Es más, he llegado a ver a uno en la esquina del centro médico, con el gotero enganchado en la verja y acuclillado fumándose un cigarillo. Surrealista.

Un poco más allá del hospital hay un McDonalds. Al lado del recién restaurado establecimiento, que además ahora está abierto 24 horas, vive una señora mayor en un Hutong de los antiguos. Como muchas de estas casas tradicionales, la señora no tiene baño en casa, y muchas veces, sobre todo por la noche, ves como la abuelilla entra saludando al personal, en pijama por supuesto, y sube a hacer uso de los baños de la segunda planta del restaurante de comida rápida como si eso fuera lo más normal del mundo.

Hay que tener en cuenta que los adultos de la sociedad china, y digo adultos por que las nuevas generaciones son otro cantar, están acostumbrados a no tener ningún tipo de intimidad. En la época de Mao vivían en habitaciones asignadas por sus unidades de trabajo y compartían cocina y baño con el resto de los vecinos.

Aún hoy en los baños públicos de los Hutongs que no han sido renovados para los JJ.OO pueden verse las tazas turcas alineadas sin ningún tipo de puerta o separación entre si. En este tipo de aseos públicos la gente espera su turno de pie frente a otro que está acuclillado haciendo sus necesidades, o todos en fila charlan mientras vacían vientre o vejiga. Una estampa algo inquietante cuando lo ves por primera vez, o es más cuando eres tu la que estás agachada y una señora se te planta delante sin ningún tipo de pudor y te mira fijamente mientras terminas.

Con este tipo de situaciones es comprensible que salir a la calle en pijama no suponga nada de lo que avergonzarse o sorprenderse. Es una práctica común. Pero ahora resulta que un comité vecinal de Shanghai, que depende directamente del Partido Comunista ha tachado la práctica de “polución visual” e “incivilizada” por lo que la policía está intentando desalentar a la población a salir a la calle en pijama.

No tengo claro como pretenden que eso ocurra. Yo creo que la manera más fácil es dejar que pase el tiempo, ya que la mayoría de las personas que acostumbran a hacerlo son mayores, y los jóvenes no parece que estén siguiendo con esta tradición.

De cualquier manera, espero que no pretendan luchar contra esto como contra la costumbre de escupir en las calles de Pekín. Antes de los Juegos, impusieron multas de 50 euros para intentar que la gente no gorgojeara y escupiera en la calle, algo que espanta a los occidentales y lo único a lo que creo que nunca me acostumbraré en mi vida en China. Desde luego, meses después ni siquiera podría decir que la tendencia a escupir en la calle haya disminuido.

Lo del pijama me parece algo curioso, peculiar, y nada nocivo, así que no entiendo que quieran erradicarlo, aunque en el fondo, no creo que puedan.

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