martes, 2 de diciembre de 2008

Avalanchas Humanas

El año pasado cubrí una noticia que me dejó bastante sorprendida.


Un Carrefour de Chongqing, en el centro del país, sacó una oferta de tres días en las botellas de aceite vegetal, que suponía un ahorro de 11 Yuanes a su comprador (poco más de un euro).


Con motivo de la oferta, cientos de personas se agolparon a las puertas del hipermercado y al entrar atropelladamente en el local, las prisas se convirtieron en una estampida que se saldó con 3 muertos y 31 heridos.


A partir del incidente el gobierno prohibió a nivel nacional las ofertas de tiempo limitado, p ara evitar futuras situaciones similares.


La noticia me asustó, pensando lo que una masa de chinos es capaz de hacer por un descuento de un euro. No porque sean chinos, si no por la evidente necesidad.


Además hay que contar con que en este país su descomunal población se las tiene que arreglar como puede para conseguir llegar antes que los demás, da igual que sea para la compra de un billete de tren, que para un litro de aceite. Las cosas son limitadas y aquí son muchos. O te espabilas o te quedas sin ello.


Por eso intentan colarse en todas las colas posibles, desde el metro hasta el súper, y por eso son necesarias las campañas de concienciación para que respeten los turnos, que se han puesto en marcha desde el gobierno hace más de un año ya.


Pero hoy, un año después me he asustado aún más, al ver que al otro lado del planeta, y en la supuesta primera potencia mundial, una oferta también puede matar.


Según me contaba un amigo americano el otro día, el día después de la tradicional cena de Acción de Gracias, es cuando los estadounidenses empiezan a hacer sus compras compulsivas de navidad, y además ese día sirve como baremo de cómo irán las ventas de ese año.


Pues la semana pasada, justo el Viernes (el Jueves fue Acción de gracias) una tienda de la conocida cadena Wal Mart situada en Long Island abrió sus puertas temprano, ofreciendo descuentos descomunales en sus productos.


¿Que pasó? Que los ciudadanos, afectados por las crisis más que nunca supongo yo, se apresuraron a encontrar las mejores gangas arrasando las puertas del local y tirando al suelo a uno de los trabajadores del supermercado que murió a causa de las contusiones y el pisoteo.


Pero visto con perspectiva, en el fondo me asusta más el caso americano que el chino, porque el primer incidente es fruto de la necesidad, el segundo de un recorte de posibilidades en una masa aborregada y educada en la cultura del consumismo exacerbado. O en otras palabras, y generalizando, los chinos son pobres, los estadounidenses yonkies de las compras sin suficiente dinero para la dosis.


En cualquiera de los casos, es preocupante ver como seres supuestamente racionales como es nuestra raza, puede deshumanizarse hasta el punto de convertirse en una manada de Ñus asustados y a todos los efectos mortales (y si no recordad como muere el padre de Simba en El Rey León).


Y es que el ser humano deja de serlo cuando se convierte en masa. Y ya se sabe que las masas son estúpidas… y visto está que peligrosas.



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