jueves, 21 de agosto de 2008

China y su maniobra de doble filo

El gobierno Chino, en su sprint hacia los JJ.OO, ha prometido muchas cosas. Unas las ha cumplido, otras no. Pero en mi opinión han llevado a cabo una jugada maestra que además de conseguir engañar momentáneamente a los de fuera, les ha servido para controlar aún más a los de dentro.


Pekín, siendo atacado sin pausa por los medios internacionales, por la falta de derechos humanos en el país, aseguró que la libertad de expresión es algo de lo que disfrutan los ciudadanos chinos, aunque todos sabemos que tal afirmación se convierte en mentira en cuanto esa libertad se aleja de la intención de loar las acciones del gobierno.


Y digo esto, porque recordad cuando hace meses la antorcha Olímpica, a su paso por Francia, tuvo una de sus peores jornadas, y un estadounidense protibetano intentó arrebatarle a antorcha a una atleta paralimpica China, que por cierto se volvió una heroína nacional a la que llamaban “el ‘ángel sonriente en la silla de ruedas”.


Pues bien, tras este fatídico episodio, los chinos hicieron responsables a los franceses, creció una ola de sentimiento nacionalista y todos los chinos (no todos no que son demasiados, pero sí muchos), salieron a las calles a protestar contra occidente, contra la desinformación de los medios occidentales (y no voy a volver ahora a aquello de la viga en el ojo propio) y contra las ofensas a su país, de las que les informaban sus medios nacionales.


Obviamente esos miles de ciudadanos chinos que salieron a protestar y a manifestarse, no fueron detenidos, encarcelados, ni tan siquiera reprimidos. ¿Por qué? Porque era una maniobra que le interesaba sumamente al gobierno. No atacaba a su poder ni a su hegemonía, y es más, les ayudaba en un momento de crisis internacional tras las presiones que había recibido por el levantamiento tibetano de Marzo. El mensaje que enviaban las masa de chinos orgullosos de serlo era claro para el gobierno “el pueblo nos apoya, tenemos respaldo en los ciudadanos”.


Muy distinto es cuando las protestas se salen de la línea oficial y pretenden levantar la voz contra el omnipotente (y omnipresente, con todos sus agentes encubiertos) Partido Comunista Chino.


Ya sabemos lo que pasa entonces: activistas pro cualquier cosa que no sea el gobierno (derechos humanos o Tibet libre entre otros) encarcelados, bloggers y periodistas en arresto domiciliario o desaparecidos, abogados que tras hacerse cargo de casos de activistas se ven sin poder renovar su licencia de abogacía… un sinfín de tretas que silencian a los que van contra el régimen, o según el eufemismo que utilizan aquí: individuos que perturban el orden social.


Pero como os decía al principio de todas estas medidas, han encontrado una especial, una manera magistral de “controlar aparentando”, que bajo mi opinión es el lema que rige la manera china de proceder. Y es que tras las presiones sobre la libertad de expresión, Pekín designó tres parques en la capital para que los que quisieran manifestarse pudieran hacerlo “libremente”.



Claro, esto nos sonó muy bien a todos, incluso a los chinos que ilusamente se lo creyeron como los demás, y a todos nos pareció que Pekín había pasado por el aro, que la presión de los Juegos había efectivamente conseguido que el gobierno abriera un poco la mano con los disidentes. Pero nada más lejos de la realidad. Y es que la maniobra tenía truco. Cual caballo de Troya, los parques de protesta venían con sorpresa: hay que acudir a la comisaría para pedir un permiso oficial con cinco días de antelación y esperar a que el gobierno de su visto bueno para poder manifestarte.


Y esperando, esperando, la policía viene a por ti.


La policía de Pekín, según informa el China Daily, ha recibido 77 peticiones de protesta desde el 1 de Agosto hasta el Lunes pasado. Las peticiones incluían a 149 personas, entre ellas 3 extranjeros.


De estas 77, aseguran que 74 fueron retiradas por los interesados, por que sus situaciones fueron redireccionadas a las autoridades pertinentes que se harán cargo de sus casos, y otras dos fueron denegadas porque el proceso de registro estaba incompleto o incluía la intervención de niños en la manifestación, algo prohibido por las leyes chinas.


Pero la realidad de algunos de los que han querido pedir permiso para protestar es muy distinta.


La semana pasada leíamos el caso de Ji Sizun, un abogado de 58 años procedente de la provincia Fujian, que tras presentar sus papeles en la comisaría a finales de semana, volvió el Lunes para saber en que situación estaba su solicitud, y según testigos, fue escoltado desde la comisaría a un coche Buick de color negro y sin matrícula, por varios hombres de paisano que le introdujeron en el vehiculo. Desde entonces no se ha vuelto a saber de él y en la comisaría niegan tener nada que ver con ese asunto. Ji pretendía manifestarse sobre la corrupción por parte de los gobiernos locales y por la falta de decisión del pueblo en la elección de sus gobernantes.


Otro caso sonado aparece hoy en la portada de muchas ediciones de periódicos online: dos mujeres pekinesas Wu Dianyuan de 79 años y Wang Xiuying de 77 (en la foto bajo estas líneas) han sido condenadas a un año de re-educación a través del trabajo por llevar a cabo una solicitud para protestar legalmente por la que consideran insuficiente remuneración que recibieron cuando se les expropiaron sus casas para hacer sitio a las instalaciones Olímpicas. El gobierno les ha advertido, que si retiran la solicitud y permanecen es sus casas sin armar revuelo, la sentencia podría no llevarse a cabo.



Hay más, muchos más. Pero estos son dos claros ejemplos de que los parques protestas han sido la maniobra magistral de China, su 3-14 que además de salvar la cara y acallar las críticas que vienen de fuera, han conseguido identificar y perseguir más fácilmente a todos aquellos a los que se les haya ocurrido la idea de protestar.


A 3 días de que se den por terminados los JJOO de Pekín 2008, los parques no han sido testigos de una sola manifestación. Pero a estas alturas China no puede engañarnos: desde luego no habrá sido porque los ciudadanos chinos no tengan razón alguna por la que protestar.




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