martes, 22 de julio de 2008

La última de las plagas

Ayer paseaba por Nan Luo Gu Xiang una de las calles del centro de gran interés por sus restaurantes, cafés wifi y tiendas varias, cuando lo vi claro… ya nos están invadiendo… ya están llegando… noooo!!!... ya están aquí.


La última de las plagas que anunciaran los Juegos Olímpicos ya ha llegado: Los turistas.


Son fáciles de reconocer, ropa de viaje que no se pondrían en sus propias ciudades porque parecería que van de campamento, aunque esto de hecho es una ciudad, capital para mas inri, y muy grande por cierto. Parapetados por mochilas colocadas delante y cámaras digitales siempre en mano… pero sobre todo, ya se ssabe, es la actitud, esa que todos tenemos cuando vamos de visita y nos sorprendemos por todo… y claro China tiene mucho con lo que sorprender. Además, muchos se sienten perdidos y al ver a otro extranjero sienten la necesidad de saludar como diciendo “!Ey! ¡Tú tampoco eres de aquí! ¿Como va eso?”.


La verdad es que yo intento ayudar siempre que puedo, y sobretodo si veo que tienen problemas de comunicación, algo creedme, bastante común. No es que me molesten los turistas, no. Me molesta lo que suponen las hordas de “turistas Olímpicos” que nos van a inundar de aquí a un par de semanas, y como os digo la plaga ya ha empezado a expandirse.


Y es que poneros en mi lugar: No voy a poder coger el metro, porque estará hasta la bandera, no voy a poder coger un taxi, porque estarán todos ocupados, no podré ir a ningún restaurante, porque estarán todos llenos… pero para esto no influye que los que vengan sean extranjeros o no ¿verdad? Pues no, pero tampoco voy a poder ir a comprar nada a ningún sitio, porque en todos sitios van a quererme timar… es el problema de llevar la cara de occidental siempre puesta, una careta que nos complica la vida ya normalmente y que va a llegar a su punto álgido cuando este verano los chinos pretendan hacer literalmente el Agosto con estos “turistas Olímpicos”.


Y es que yo ya he pasado por esto antes: los chinos en cuanto ven unos ojos que no son rasgados, no ven un occidental, no. Ven una hucha cerdito de esas que todos teníamos de pequeños, y que ellos están decididos a machacar para sacarle las entrañas doradas. Cuando llegamos aquí pasaron muchos meses hasta que empezamos a comprar las cosas a su verdadero precio, desde la fruta, hasta la ropa pasando incluso por las botellas de agua en la tienda de la esquina, que ahora ya me salen la mitad de baratas que cuando las compraba hace casi dos años. De hecho puedo deciros que el otro día compré huevos en un sitio nuevo y a estas alturas y hablando chino, la señora me timó. En fin, es algo a lo que te tienes que acostumbrar cuando llegas a este país: los chinos dan por supuesto que todos somos ricos y quieren sacar su pellizco. Yo no les culpo. Bueno un poco sí, pero en este país del regateo cada uno se gana la vida como puede y gana siempre el más espabilado, que noermalmente resulta ser uno ellos, pero no hay que olvidar que juegan en casa.


Pero hay que tener en cuenta que para ellos también va a ser un shock, tener en casa a todos estos “turistas Olímpicos” digo. Llevan más de un año preparándoles para lo que se les vecina: desde las campañas del gobierno que les han enseñado a hacer cola aprovechando los días 11 de cada mes (porque el número 11 se asemeja a dos personas haciendo cola), las multas que se supone que les ponen si escupen en la calle para evitar disgustar (y la verdad disgustan mucho) a los occidentales que no estamos acostumbrados a semejante aspecto cultural, y la última: un manual que ha publicado el departamento de propaganda del distrito de Dongcheng, curiosamente el mismo en el que yo vivo, (y sí, lo siguen llamando departamento de propaganda) en el que dan pautas a los chinos de cómo comportarse cuando traten con extranjeros. Tened en cuenta que los exóticos aquí somos nosotros.


Pues bien, en este folleto explica cosas como “Durante una conversación siempre sonría, no mire fijamente, ni haga nada que pueda hacer a su interlocutor sentirse incómodo fácilmente”.


También avisa a los Pekineses de que no deben bostezar, gritar, meterse el dedo en la nariz, rascarse la cabeza, jugar con las uñas o enredar con la ropa mientras hablan. ¿Parece obvio no?para nuestra cultura tal vez, no para la suya.


Pero no acaba aquí el asunto, además, el documento informativo incluye un apartado en el que presenta “Ocho cosas que no se deben preguntar” a los extranjeros. Entre ellas: cuál es su edad, cuánto dinero ganan o gastan (esta es una pregunta muy común entre los chinos), cuáles son sus creencias, dónde viven o a qué dedican su vida. Estas dos últimas me parecen algo exageradas, pero es que los chinos son bastante indiscretos para los baremos culturales de occidente.


El folleto va más allá, piensa en las paraolimpiadas y aconseja a los chinos, bueno aconsejan no, que estos nunca aconsejan, más bien mandan, que “antes de ayudar a un discapacitado, primero consiga su consentimiento y cooperación. Nunca use la fuerza, ni sea demasiado entusiasta.”


Así que como veis, esto no va ser fácil para nadie: ni para los de dentro que por su cultura van a tener que tener cuidado con lo que hacen y dicen, y con cómo lo dicen y hacen; ni para los de fuera que van a alucinar con como hacen y dicen las cosas los chinos; ni desde luego para los de fuera que vivimos dentro, que vamos a sufrir que los de dentro nos traten como si fuéramos de fuera y acabáramos de llegar. Un jaleo. Así que con tanto entrar y salir esperemos, por lo menos, no marearnos.

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