jueves, 30 de abril de 2009

Siesta China

Una de las cosas que más ilusión me hizo al legar a China, fue ver que, a diferencia de nuestros vecinos europeos, la gente de este lado del mundo también se dedica a la sana actividad de la siesta.


Es curioso como un detalle tan mínimo como este puede hacer que encuentres puntos en común con gente tan diferente a ti en tantos sentidos, y que te sientas, de alguna manera, en casa en el otro lado del planeta.


Pero, claro está, la siesta china es diferente al a española.


Para empezar, los chinos han desarrollado la capacidad de dormirse hasta en el palo de una escoba, lo que hace que sus siestas sean bastante más fáciles de poner en práctica.


Y además, los trabajadores de las empresas, con una hora para comer, se afanan en terminar su comida rápido para poder volver a las oficina y dormir una pequeña siesta, porque además ellos hacen la versión sana y duermen una media hora. Como decía, de vuelta en la oficina, los chinos simplemente cruzan los brazos sobre la mesa y se apoyan en las manos, y tal que así, sin más, se duermen. Es muy común también ver a algunas chinas con sus mesas adornadas con peluches, o incluso un cojín, que usan como almohada para este menester.


Debido a esta práctica que a mi me resultó un poco chocante la primera vez que la vi, las oficinas de las empresas chinas se vuelven extremadamente silenciosas a eso de la 12.30 o 1, ya que la mitad de la plantilla está tranquilamente echada sobre la mesa echando un sueñecito.


Pero fuera de la oficina, el tema se pone un poco más complicado. Aún así los chinos no se dejan amedrentar por las adversidades del entorno. Si hay una mesa cerca, o en su defecto el mostrador de la tienda o el restaurante en el que trabajen, hacen la táctica oficina de brazos cruzados y cabeza apoyada, sino, se acurrucan en cualquier esquina, que encuentran y ¡a dormir!


El otro día pasaba por Gulou, la torre del tambor, punto de salida de los tours con ricksaw (esas bicicletas con carrito tiradas por chinos pedaleando) que te dan una vuelta por los hutongs de Hou Hai y alrededores cuando me encontré con esto.




Quieras que no, aunque parece algo aparatoso, es más o menos cómodo. Pero pocos días después, volviendo a mi casa, me encontré a estos dos trabajadores, que ni cortos ni perezosos habían encontrado una forma, para mi percepción un tanto incómoda, de no perderse la siesta.




¡Y es que todo sea por no perder las buenas costumbres!



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