jueves, 15 de enero de 2009

De Locos

El 8 de Diciembre algunos medios internacionales se hicieron eco de una noticia publicada por The Beijing News. En aquel momento no pude dedicarle un post, pero me gustaría hacerlo ahora por el interés que la noticia me suscita, o si no por lo curioso del asunto.

Resulta que los oficiales del gobierno local en la oriental ciudad de Xintai, de la vecina provincia de Shandong, han encontrado una poco ortodoxa, pero efectiva, manera de quitarse de encima a los que protestan: Los internan en centros psiquiátricos y los declaran dementes. Si, si, así como lo leéis: los declaran enfermos mentales.

Una investigación ha sacado a la luz que al menos 18 personas han sido detenidas después de intentar llevar sus quejas sobre los oficiales locales a las autoridades de más alto rango.

En China, cuando una persona de a pie encuentra sus quejas desoídas tiene la oportunidad de saltarse al gobierno local y pedir la intercesión de mandos más altos o directamente del gobierno central en Pekín. Son los llamados peticionarios.

Y aquí es cuando entran en juego las acciones o desacciones de los gobiernos locales, muchos corruptos hasta la médula, que quieren evitar que desde la capital les pongan la cara colorada, y además intentan demostrar que en su zona está todo bajo control (y en esta sociedad la interpretación común es que si hay quejas no hay control).

Así que en Xintai, si te quejas es que tienes que estar tarado. No puede haber ninguna persona en su sano juicio que vaya contra el Partido… así que ni juicio, ni petición de intercesión ni nada de nada. Temporada en el psiquiátrico, medicado a la fuerza todo el día, y si tienes suerte, como algunos de los secuestrados de una manera dudosamente legal, te dejarán marchar tras unas cuantas semanas internado, pero sólo después de prometer, y firmar en un papel oficial, que no volverás a protestar.

Tan absurda e increíble como resulta, esta práctica parece no ser nueva.
The Guardian, en su noticia sobre el tema, cita a Robin Munro, autor de “La inquisición psiquiátrica de China: Disentir, Psiquiatría y la ley en la china posterior a 1949” y que opina así sobre el tema: “Hasta el principio de los 90, la práctica policial de enviar a gente a asilos mentales sin ningún tipo de justificación era básicamente aplicada a disidentes políticos. Pero desde entonces hemos sido testigos de una tendencia muy distinta. Cada vez más (los enviados a este tipo de instituciones) son menos de esta variedad (la de disidentes políticos) y más peticionarios o gente que denuncia la existencia de prácticas ilegales, corrupción o simplemente se queja de manera persistente”.

Y el problema es que una vez que un policía o un psiquiatra civil ha certificado a alguien como enfermo mental, este resulta incapacitado y pierde sus derechos legales por lo que puede ser retenido indefinidamente.
“Es una manera encubierta de silenciar a la gente… No hay responsabilidades ni supervisión. La persona desaparece de manera efectiva, y con ella toda evidencia que se haya reunido en contra de los oficiales” sentencia Munro.

Una jugada maestra donde las haya que llena los psiquiátricos de ciudadanos con conciencia a los que dopan y coartan para que se alienen con los demás dentro del sistema, y deja a oficiales sin escrúpulos sueltos y ejerciendo su poder por las calles. Desde luego está claro que aquí hay algo que no funciona, pero y yo me pregunto, con estas instituciones mentales llenas de peticionarios y disidentes… ¿Qué harán los chinos con los locos de verdad?

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