viernes, 31 de octubre de 2008

¿Somos lo que comemos?

Espero que esto solo sea una manera de hablar, porque si fuera cierto yo sería una taza, una tetera, una cuchara o un cucharón. Pero todos ellos de plástico claro, ya que por lo que parece el uso de la famosa melamina está cada vez más presente en los productos alimenticios que tomamos en China, y teniendo en cuenta el volumen de las exportaciones, seguramente en muchas otras partes del mundo.


Del escándalo de la leche con plástico hemos pasado a los huevos con plástico. Y cuando leía el titular de la noticia, algo así como “Encuentran melamina en la producción de huevos”, tonta de mí, lo primero que se me ocurrió fue ¿Cómo se las apañan estos chinos para meter la melamina en los huevos?




Como ya expliqué en mi post Leche con Plástico cuando saltó la crisis de la industria láctea, la melamina se utiliza para hacer que los alimentos, al ser sometidos a los test de calidad, aparezcan más ricos en proteínas de lo que verdaderamente son, es decir, que aparezcan artificial y tóxicamente proteínicos.


El caso es que, obviamente, los chinos no se dedican a añadir melamina a los huevos, sino que directamente la añaden en la comida de las gallinas, para que estás por extensión, la traspasen a los huevos.


En un arrebato de lucidez algún manager debió acordarse de que en algún momento de su educación aprendió aquella fórmula lógica de “Si A= B y B = C entonces A = C”. Tras lo cual, y en un acto de aplicación de sus conocimientos, llegó a la conclusión de que “Si le da Melamina a las gallinas, y las gallinas ponen huevos, entonces ¡los huevos tendrán melamina!” Brillante… mente tóxico.


O a lo mejor no, a lo mejor fue un típico acto chino de copiar ideas ajenas o como otros lo llaman ingeniería inversa (un práctica muy extendida en este país) y digo esto porque no hay que olvidar que el año pasado fue comida de gatos y perros exportada a los Estados Unidos la que estaba igualmente contaminada con melamina.


Más allá de la mala praxis China, parece que las autoridades pertinentes han preferido correr un tupido velo esperando que el jaleo mediático que ha formado la crisis financiera mundial haga que este nuevo caso de inseguridad en la producción de alimentos pase desapercibida.


Según la BBC, a principio de Octubre el ministerio de sanidad empezó a investigar un productor de huevos local al norte del país, y poco después prohibió cualquier tipo de entrevista o cobertura mediática sobre el tema. Sospechoso, ¿no?


Ahora parece que tras algunas pruebas en Hong Kong, hay otras tres grandes marcas de huevos de gallina de la China continental contaminadas con el susodicho químico, y ninguno de los grandes periódicos chinos con información en inglés parece estar publicando nada al respecto. He encontrado alguna noticia en chino, pero lo único que dice es que no hay problema, que los consumidores pueden seguir comprando huevos.


Pero curiosamente, la portada digital en inglés de la agencia china de noticias Xinhua, abre hoy con la siguiente noticia:





(Test por parte de las autoridades chinas) Encuentran productos alimenticios importados de Japón contaminados con químicos


En lo que a mi me suena a un claro “¡Pues ellos también!”. Será verdad y los japoneses también añadirán guarrerías a sus productos (de hecho estoy convencida de que todos los países lo hacen en mayor o menor medida). En este caso, y según Xinhua, su vecino y por décadas odiado Japón, utiliza tolueno y ácido acético en su salsa de soja y en la mostaza. Una mezcla que puede provocar dolor de cabeza y vómitos al consumidor.


¿Los vómitos y el dolor de cabeza del tolueno y el ácido acético gana a las piedras en el riñón y miles de niños enfermos y 4 muertos de la melamina? Yo creo que no.


Y así como aplaudo el hecho de que cuenten lo que hacen otros mal, llevar esa noticia en portada, y no decir absolutamente nada de lo propio… ¡Manda huevos! Y literalmente, yo mandaría huevos a los japoneses para que ellos hagan las pruebas necesarias y así devuelvan la acusación (y es que a un “y tu también” solo se puede responder con un “rebota, rebota que tu culo explota”) y así les pongan la cara colorada a los chinos y que entiendan que como dice la sabiduría popular “mal de muchos, consuelo de tontos”.


Yo mientras, parece que estoy teniendo suerte con estos productos tan poco sanos, he de decir que por pura casualidad, porque entre productos chinos elijo al azar, pero resulta que mi azar acertó y ni mi leche ni mi yogurt eran de las marcas contaminadas, y desde luego los huevos no lo serán, porque los compro al peso en una mini verdulería del hutong de detrás de mi casa, lo que quiere decir que no son de las cuatro grandes productoras de huevos del país, sino que son de las cuatro gallinas que tiene la señora del puesto en su huerto a las afueras de la capital.


Eso si, tendré que preguntarle con que las alimenta. Pero la verdad no quiero imaginarme la cara de la verdulera cuando me plante en su tienda y muy seria y preocupada le diga ¿Oiga señora, usted que le da de comer a sus gallinas?


Mientras tanto, solo nos queda esperar y ver que será lo próximo. Se admiten apuestas.

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