miércoles, 8 de octubre de 2008

El secreto de la longevidad China

Léia hoy en China Daily un artículo que me ha hecho pensar, una vez más, en el estilo de vida chino.


La Asociación de Gerontología China ha publicado una lista de los 10 ciudadanos de edad más avanzada de este país asiático.


El primero en la lista es Sadiq Sawut, residente de la noroccidental provincia uygur de Xinjiang. Este señor tiene 121 años. El abuelo Sadiq ha superado a Maihefu Zihan, de la misma región, que con 118 años ostentaba el primer puesto hasta ahora.


Que haya gente que supere los 100 años de edad no es lo que me ha sorprendido, lo que verdaderamente ha captado mi atención es la cantidad de ellos que hay en China. Según el periódico, es la provincia de “Xinjiang la que tiene la mayor proporción de centenarios del país, con 1.413 personas con más de 100 años”, o lo que es lo mismo “73 por millón”, mientras que la media china es de 23 por millón.


El evento para encontrar a los más viejos del país, tuvo lugar en Rugao, provincia de Jiangsu, conocida como hogar de la longevidad. Entre sus 70 millones de habitantes (dato de 2003), más de 6.300 ciudadanos superan hoy los 90 años y 251 los 100.


Y es que los cambios en la China moderna han incrementado la esperanza de vida de los chinos de 35 años en 1949, a 72 a día de hoy.


Esto ha hecho que el 11% de la población, 153 millones de personas, hayan logrado cumplir, actualmente, más de 60 primaveras.


Y yo me pregunto cómo es esto posible, en un país en el que, para empezar, no existe la sanidad pública. Sí, sí, como lo leeis: la República Popular de China, gobernada y administrada por el Partido Comunista Chino, y repito, Comunista, no tiene un servicio de sanidad de uso público para sus ciudadanos. De hecho la sanidad es muy cara. Ir al médico para que te prescriba una medicina para un simple catarro, le costará a un chino en Pekín alrededor de 500 Yuanes (unos 50 euros), lo que para muchos supone una cuarta parte de su sueldo. Os podéis imaginar lo que cuesta una operación de rodilla, por ejemplo. La abuela de un amigo mío tuvo que pagar unos 10.000 euros para poder operarse.


Por otro lado están las circunstancias históricas del país: el que ahora tenga más de 100 años ha pasado también por la guerra civil china y la revolución cultural de Mao, que mando a muchos a la reeducación en el campo sufriendo, durante años, frío y hambre en condiciones extremas, y aún así, han conseguido superar la barrera de un siglo de vida.


Según el artículo, el presidente de la asociación Li Bengong, asegura que una mente pacífica, tranquila, una familia armoniosa y un buen entorno son las claves de la longevidad.


Yo, por el contrario, y según lo que he podido ver en mi tiempo en la capital, una dieta muy equilibrada, y ejercicio diario, es lo que empuja a los chinos a superar el paso del tiempo. Además no hay que olvidar su mínima exposición a medicinas no naturales, aunque cada vez menos, pero todavía muy presente en esta sociedad asiática. Según un dicho chino, toda medicina tiene un 30% de veneno, incluso la medicina tradicional. De hecho, es una creencia popular, que es el veneno lo que te cura. Donde yo me tomo dos pastillas cuando me duele la cabeza, un chino, o no se toma nada, o pone un par de hierbas en agua hervida y se toma el caldo resultante, que normalmente huele mal y sabe peor.


Pero volviendo al ejercicio: Cuando llegué a la Pekín, una de las cosas que más me sorprendió fue la cantidad de gente mayor que había cada mañana en las calles haciendo ejercicio en unas máquinas, que al principio creía que eran columpios pero que resultaron ser bancos de entrenamiento, colocados por toda la ciudad por cortesía del gobierno. Pero es más, me sorprendí viendo a señores y señoras de más de 70 años con una flexibilidad que yo no tengo con menos de la mitad de su edad. He de decir que no estoy orgullosa de ello.


A diferencia de los mayores en nuestros países europeos, los chinos no se quedan todo el día en casa viendo la tele, desde muy temprano por la mañana salen a la calle a ejercitarse y a pasar la tarde jugando a las cartas o al ajedrez chino con los amigos en alguna esquina del barrio, y cuando llega la noche, después de cenar, a eso de las 7 y media se puede ver a muchos de ellos con su pijama ya puesto, dando un paseo antes de acostarse.


La costumbre se les inculca ya desde pequeños. Los niños de primaria hacen ejercicios diarios en el colegio y se les enseñan técnicas básicas de auto-masaje. Pero como siempre, los niños de ahora no son los de antes, y por muchos ejercicios que hagan a primera hora de la mañana, Mc Donald está haciendo muy poco por mantener la rica dieta china basada en arroz, pasta, verduras, carne y pescado. Yo vivo a mitad de camino entre un colegio de secundaria y una de estas sucursales de comida rápida americana, y veo como los escolares salen cada día a las 10 de la mañana al recreo y vuelven al patio cargados de Mcburguesas y patatas fritas de esas que parecen de plástico, llenitas de grasas polisaturadas, que desde luego no son nada sanas.


Añádele a esto las interminables horas de PSP y juegos on-line, y seguramente, estas nuevas generaciones estarán más globalizadas y occidentalizadas que sus predecesores, pero como en occidente, seguro que estos nuevos ciudadanos del mundo no llegarán a superar los 70 años de edad.


Daños colaterales de la globalización lo llamarán algunos, pérdida de las buenas costumbres lo llamarán otros. Pero sobre todo, lo que seguro que pierden, son años de vida.

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